sábado, 2 de agosto de 2008

Poesía

LA VIDA ARCAICA (El fósil)

En lo alto de un atardecer,
allá sobre el crepúculo del monte,
descubrí del paisaje en horizonte,
del pasado las huellas de otra vida.

Imaginé que al surgir una avalancha
murieron las arcaicas criaturas,
y hot su carne parece fina escarcha
de cuarzo inquebrantable su hermosura.

Unos huelen a cuerpo invertebrado,
a soledad de una mundo primitivo;
otros gigantescos dinosaurios
de quel pasado aún desconocido.

No puedo describir curioso hallazgo,
tal sensación de Dios, la obra perfecta,
casi indigna de verlo y de tocarlo
de un comienzo, entre aguas y tinieblas.

He contemplado el milagro de la fauna
de aquella prihistoria incomparable,
hoy ya fósil su vida, peces y algas
emergida en la obra de Dios Padre.




ANCESTRO


El paso es decisivo y la lucha perenne
soberbio como el duende su férvido valor,
astuto el gran cacique ha librado la muerte
desde el confin ardiente y el fuego arrebol.

En el espeso monte el invasor tirano
frente al nativo airado dejo luto en su afín.
aún se oye el estruendo cobarde en la trinchera
allá en la alta ladera del cerro Cinco mil.

Del arcabuz a flecha surgió el feroz villano
y el dardo entre su mano la sangre confundió,
la tribu desarmada corrió el estrecho mismo
y prefirió el abismo y no la humillación.

Allí tras la mirada soberbia de los Andes
guayucos y turbantes emigran su dolor,
del Chicamocha incierto tras un desfile Guane
dejaron entre llanto el valle de Chanchón.

Cargados con la chicha los arcos y centillos
a espaldas con su atillo indígena en pro,
en este cementerio de ancestros me arrodillo
por heredar su sangre, sus pasos y su honor.



CAÑON DEL CHICAMOCHA

se desplomó como cristal precioso
como adoquín de fuego y arrebol,
bordó el espejo radiante y luminoso
donde se peina la luna y enamora al sol.

Rompió con sus astillas la montaña
y un caudal de plata se formó en su vientre,
arcaicas las piedras que arrebata
su blanco cuerpo de sutíl serpiente.

Canón del Chicamocha
perenne grito de Santander bravío,
sus infinitas grietas son las trochas
donde cantan las aguas de su río.

Sobre su adusta majestad gloriosa,
riscos y cardos pintados de color
en los peñascos, las orquídeas brotan
y hacen grande la obra del creador.

En el fragmento de su altiva breña
marcada huella del paso y el valor,
con pie descalzo y fatiga de labriegos
que trajinan el filo del cañón.

Allí sueñan los genios, los poetas,
con la serenidad de tu semblanza
pinceles que te cubren de acuarelas
y pintan tus entrañas de diamantes.

Como encantada joya abajo entre la cuenca
de Cepitá la aldea su vétebra y camino,
he contemplado el aire que baja por el puente
y al viajero silente que vaga en su destino.

Adoro tu silencio, Cañón del Chicamocha,
las fosas del ancestro cavadas en su afín,
aún percibo aliento de Guanes y Chanchotes
que eligieron tu lecho feliz para morir.








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